martes, 12 de noviembre de 2013

Paciencia, respeto y amor

Hace unos días una amiga, mamá que trabaja desde casa, comentaba que había recibido un comentario como mínimo curioso a su último boletín. La persona que lo había escrito se extrañaba de que ella lograra compaginar ambas facetas, la de madre y la de mujer trabajadora desde casa, teniendo al niño a su lado, y sin llevarlo a la guardería o al colegio, añadiendo que le gustaría conocer "su secreto" para aguantar esta situación sin problemas y teniendo en cuenta que el niño de mi amiga, según la opinión de la comentarista, "tiene pinta de trasto". La pregunta final del comentario era "¿De verdad trabajas con tu hijo todo el día pegado a la pantorrilla?".

Mi amiga estaba molesta con el comentario, no sabía ni qué contestar; aparte de lo inadecuado del tono del comentario, el lenguaje nos descubre realmente cuál es el problema de la mujer que escribía: la frase "trabajas con tu hijo todo el día pegado a la pantorrilla" revela casi una actitud de desprecio hacia el niño y un desconocimiento total del comportamiento natural de un niño que ha sido atendido adecuadamente por sus padres

Me imagino a esta mujer como una de tantas madres desesperadas que he conocido en mi vida, de estas que no saben qué hacer con sus hijos en casa. Hay mucha gente así. En serio. De hecho también hay padres, no sólo madres así.
Por eso les parece milagroso lo que hacemos algunas en presencia de los hijos. Muchas amigas o conocidas me lo han llegado a decir en la cara a lo largo de 18 años, "yo no sería capaz de hacer lo que haces tú" refiriéndose a la opción de educar en casa a nuestros hijos desde que nacieron hasta que acabaron el instituto - porque posiblemente no aguantan a sus propios hijos y se imaginan que hay "un secreto" para estar con ellos. O quizá tienen miedo a enfrentarse a sus propios bloqueos y creen que no son capaces de educar a sus hijos y prefieren entregarlos a instituciones o a terceros para que ellos hagan este trabajo.

Para mí realmente no es ningún secreto, sino simplemente considerar a tus hijos seres humanos en formación y con una fuerte necesidad biológica natural de estar contigo como adulto responsable de su evolución.
Al final es lo que dice mi amiga Azucena, "hay que tener paciencia, respeto y amor por los niños" - es cierto, y no es secreto, se trata sencillamente de estar con ellos y considerarlos dignos de ser tus compañeros de vida - aún siendo tan pequeños o quizá por eso - dignos de respeto, compañía, paciencia y amor. Son tus camaradas y eres tú, como madre, quien los ha traído a este mundo; y lo hermoso es que disfrutes estando con ellos, compartiendo tu tiempo, los momentos de trabajo, los de descanso o de diversión...

Ya sé que contradice lo que muchos "expertos" dicen, pero considerar a tus hijos como compañeros de vida es lo primordial para disfrutar de ellos y de la experiencia de ser madre o padre. Aparte, en este ambiente de camaradería, los valores y los conocimientos de todo tipo se transmiten de forma mucho más natural y eficaz, y el proceso de aprendizaje llega a ser una alegría, una sucesión de estímulos maravillosos y muy diversos - intelectuales, mentales y emocionales - muy beneficiosos para el aprendizaje de toda la familia.
Es lo que hemos intentado hacer nosotros cuando decidimos educar en casa y es lo que hace mi amiga cuando trabaja al lado de su hijo - de esta forma aprenden que los consideramos nuestros iguales porque los respetamos y los amamos.

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