lunes, 16 de abril de 2012

Historias para todos

Todos los libros están escritos no solo para leerlos, también para contarlos. La literatura sirve por tanto para todos, aunque no siempre se puede leer un libro de forma directa a un niño. Dependiendo de la edad de nuestros hijos podremos leerle un título determinado o, por contra, contárselo a nuestra manera, con palabras que entiendan y resumido de forma sencilla para ellos. De esta manera podremos compartir nuestros propios gustos con ellos, valorar toda clase de nuevas historias y personajes, que el día de mañana no les serán en nada desconocidos. 

Hablando esta misma tarde con otra mamá, coincidimos en que cuando estudiamos latín tuvimos ambas la suerte de tener profesores parecidos. En su caso, como en el mío, aprovechaban ciertos días a la semana para contarnos historias mitológicas que despertaron en ambas la curiosidad por todo lo referente a la mitología. Es cierto que encontrar libros que relaten estas aventuras de forma divertida es bastante complicado, así que agradecí eternamente que alguien me hubiese "contado" esos libros para que luego los supiese apreciar en su formato escrito.

Por eso no nos podemos limitar solo a leerles sus cuentos o historias, si nos piden les contemos lo que nosotros leemos es importante hacerlo. Un resumen del mismo les hace partícipes de una historia que puede resultar tan atrayente como cualquier otro libro infantil o juvenil. Podemos dar todos los detalles que creamos convenientes, que sean capaces de asimilar y utilizar vocabulario algo más extenso, puesto que irán adquiriendo el hábito de incorporar palabras más complejas en su lenguaje. 

Puede pasar que una vez comencemos a contarles o resumirles dicha historia vayan perdiendo interés. No es raro que algo que prometía ser interesante llegue a cansarles, o pierdan interés puesto que no responde a sus expectativas, al igual que algunos libros nos pueden resultar tan pesados que terminamos por abandonarlos hasta que sentimos la necesidad de saber el final de la historia. Puede que algún día vuelvan a pedir que se lo contemos, puede que se queden en el olvido para siempre, o sencillamente nos piden les contemos otro que les interese más.

Lo importante es tener presente que todas las historias que los adultos leemos podemos adaptarla a nuestros hijos. Si algo les atrae no hace falta esperar a que tengan la edad para poder hacerlo, nosotros podemos ser los intermediarios, así no perderán el interés del momento y aprenderán que todo está al alcance de su mano.

Paloma M.
Escritora.

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