La
primera vez que escuché algo sobre cómo tienen lugar las relaciones sexuales
entre adultos fue en el colegio – un compañero (considerado como el típico
“golfillo” enterado) que comentaba en tono de burla algo sobre el tema. Me
acuerdo que me quedé casi en estado de choque, me parecía increíble que esto
fuese cierto; en mi cabeza todo tenía lugar de una forma mucho más “aséptica”.
Mis padres nunca han hablado sobre ello con nosotras de pequeñas… y ni siquiera
de mayores.
Años
más tarde pensé que no me gustaría que mis hijos – si tuviese – se enterasen
por algún compañero mal hablado, como me pasó a mí, cómo tienen lugar las
relaciones intimas entre adultos.
Al
año de nacer mi hija mayor dio la casualidad que encontré en una feria de libros
para niños un maravilloso y divertidísimo libro “¡Mamá puso un huevo! o cómo se hacen los niños” de Babette Cole.
Lo compré y lo guardé junto con los demás libros infantiles que ya tenía la
niña. Además tengo que añadir que nosotros siempre hemos sido adeptos de la
corriente natural/ nudista así que en casa el cuerpo ha sido tratado con
respeto y naturalidad: estando en familia, nosotros cuatro, no nos hemos escondido nunca en las situaciones diarias
de ducharnos y cambiarnos de ropa; y cuando hay ocasión siempre vamos a playas
nudistas, la experiencia de bañarse en el agua del mar sin ningún tipo de ropa
encima es inigualable, aparte de ser más sano dejar el cuerpo respirar siempre
que sea posible.
No
es que no tengamos pudor cuando hace falta o intimidad cuando lo necesitamos,
simplemente así como uno cambia los zapatos y suena su nariz sin tener nada que
enseñar, pero tampoco que esconder, igualmente consideramos que prepararse para
la ducha o para irse a dormir o para irse a trabajar es una situación normal y
hay que tratarla como tal.
Así
que es en este marco de naturalidad que hablamos la primera vez del sexo cuando
quizá mi hija tendría 3-4 años y precisamente leyendo el libro de Babette Cole.
Luego
surgieron más ocasiones a lo largo de los años (una de ellas era la llegada de
mi regla; nunca me escondí tampoco en esta situación ya que lo encontraba
ridículo, tener la regla es un hecho natural y normal de la vida y, si bien no
hace falta jactarse de ello, tampoco hay motivos para esconderlo).
Eso
hizo que más tarde, cuando ya la niña cumplió 12 o 13 años y ya estaba ahora
mucho más interesada por el tema no nos fuese difícil o extraño hablar de nuevo
sobre el sexo, pero desde puntos de vista más maduros.
Estas
conversaciones sí que fueron (y son todavía) mucho más complejas, pero nosotros
siempre hemos procurado contestar a las preguntas, las que sean, con
naturalidad y sinceridad; eso sí, de tal forma que ellos lo entiendan, con
términos sencillos y comprensibles. A veces hemos bromeado cariñosamente, otras
veces nos hemos puesto muy serios; muchas veces el tema surge porque alguno de
los dos nos preguntan por antiguos “novios o novias”.
Es
obvio que el sexo es un tema importante e interesante y debería tratarse como
tal ya desde la primera vez que surja en la conversaciones con los niños
(tengan ellos 2 o 12 años) – ya han pasado los siglos de represión en los que
el tema era tabú, y las investigaciones actuales reflejan la importancia de
estar bien informado y, sobre todo, tener una actitud normal y abierta ante
este hecho de la vida tan maravilloso.
No
se trata de atosigar con datos, pero tampoco esconderse o sentirse violento;
los niños entienden y asimilan cualquier explicación que se les dé con
naturalidad y sinceridad.
En
definitiva, se trata de sanear quizá nuestras propias reacciones cuando se habla
del sexo, dejar de verlo como algo “vergonzoso” o, peor, “sucio”, y empezar a
darnos cuenta de que es una fuerza poderosa y positiva – tener una mentalidad
abierta en este tipo de conversaciones con los niños es primordial.
Muy importante explicar como el sexo y la familia está en la base de las relaciones humanas. Como la naturaleza se las apaña para que creemos los lazos que necesitamos para crecer sanos y felices y nos ayudemos unos a otros.
ResponderEliminarEl sexo arraiga en lo más profundo de nuestro sentir emocional y familiar...
No es ningún bicho raro o algo a lo que temer, es un soporte de la vida. Si no lo consideramos como tal y aprendemos a manejarlo así es cuando vienen los problemas. Es así como se lo trasmito a mis hijos.
Hay que manejarlo con sabiduría, igual que la dieta, por ejemplo, que sirva para estar sanos y felices no para crearnos problemas o enfermarnos.