martes, 4 de septiembre de 2012

Socializar con personas de todas las edades


Hoy quiero hablar de este tema porque hace pocos días, cuando le estuve explicando a una amiga cómo educamos nosotros en casa a nuestros hijos, una de sus "preocupaciones" fue si estaban "socializados" al no ir al colegio ya que en casa no hay "otros niños de su misma edad".
Me acordé que hace años, cuando mi hija acababa de nacer, otra amiga - animada por las mejores intenciones, qué duda cabe - me preguntaba insistente y periódicamente si voy a llevarla pronto a la guardería ¡para "aprender a socializar"!

Es asombroso como, solamente después de pocos siglos de existencia, la escuela ha borrado del recuerdo colectivo y hasta del instinto lo que sin embargo está hasta demostrado histórica e científicamente: que el ser humano es sociable por naturaleza, que no hace falta "enseñárselo" en una guardería o una escuela y que, sobre todo, un niño no socializa sólo con chavales de su edad, sino con personas de todas las edades y de todos los ámbitos. 

De todas formas hay etapas y etapas en la vida y en cada una se socializa de forma distinta. Un bebé necesita psico y biológicamente de sus padres o de los adultos que lo cuidan de forma continua, de tal forma que se puede decir que la primera etapa de socialización equilibrada se produce sólo con y a través de ellos. Esta etapa es normal en la vida de un bebé, es la etapa de apego que ya está programada en el cerebro primitivo como un periodo de adaptación necesario para la supervivencia y el correcto desarrollo del cerebro - según Sue Gerhardt este proceso, entre muchos otros, sólo se puede desenvolver correctamente al lado de los padres. 
Más tarde, cuando ya el niño no depende tanto físicamente de sus padres y tiene cierta autonomía y aumenta el área de exploración, sigue necesitando la presencia de adultos (es lo que le da la seguridad necesaria ante relaciones nuevas o aprendizaje de reglas sociales nuevas) y, en general, necesita socialización con todo tipo de personas, no sólo con niños.

Lo interesante de esta forma de socialización es que el niño viene en contacto con todo tipo de modelos mentales y normas de comportamiento – empezando por la propia familia hasta los amigos o conocidos ocasionales – llegando a aprender de esta forma que no sólo existe un pensamiento o comportamiento único. La presencia constante de adultos cariñosos y atentos es imprescindible ya que a la hora de un posible conflicto, que muchas veces es inevitable, sólo ellos tendrán la autoridad y sabiduría necesarias para resolverlo, e incluso aprovechar la resolución para sacar conclusiones positivas de él y aprender, beneficiándose de esta forma de algo que, a primera vista, puede parecer negativo. Sólo de esta forma se puede decir que un niño se socializa de forma equilibrada desde ambos puntos de vista (relaciones y normas de comportamiento social para convivir con la comunidad, la sociedad), ya que vivirán la experiencia como un aprendizaje, no como una amenaza.

Porque al final la cuestión es ser capaz de convivir con los demás en paz y cooperación, sin perder su propia individualidad y reconociendo como válida la individualidad de los otros.


Bibliografía:

Gerhardt, Sue - Why love matters: how affection shapes a baby's brain, Ed. Routledge, 2004
Liedloff, Jean - El concepto del continuum: en busca del bienestar perdido, Ed. Ob Stare, 2008
Martin-Rodriguez, Sylvie - 10 Mentiras sobre la no-escolarización, Ed. Precipité, 2009

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