martes, 9 de julio de 2013

Los amigos de mis hijos



Esta semana hemos tenido de visita en casa a unos amigos de mis hijos. Se han quedado una semana aprovechando el comienzo de las vacaciones y esta visita ha sido planeada.
Para nosotros lo más interesante es que ya tienen una edad en la que deciden ellos y organizan sus momentos juntos. No hace falta planear nada para ellos, están capacitados para decidir y simplemente nos lo cuentan y nosotros, según los planes que tenemos, ayudamos a que sus encuentros tengan lugar más o menos de la forma que ellos desean. 

Esta vez ha sido muy bonito, verlos jugar y conversar con tanta libertad, con tanta seriedad, con alegría, ya tienen otras edades, hacen otras actividades, pero no dejan de pasárselo bien y esto es lo que más sensación de tranquilidad y belleza da. Esta es la amistad de verdad y el hecho de ser ya autónomos para decidir con quien y cuando se ven para mí es lo más importante.


Por otro lado, hace un par de semanas fueron mis hijos los que viajaron a España para verse con sus amigos a los que no veían desde hace un tiempo, a algunos desde hace más de dos o tres años, aunque siempre mantienen el contacto a través de Internet (Skype y correo electrónico, principalmente).
Me ha sorprendido gratamente que a la vuelta mis dos niños venían cambiados: estaban más centrados en lo que desean hacer, se habían percatado quizá de la importancia de ordenar las prioridades y de no perderse en la indecisión. De forma curiosa, uno de estos amigos que tanto ha influido en mis hijos es bastante más joven que ellos, pero su pasión y concentración los inspiró de forma positiva y los tengo ahora muy afanados en estudiar y aprender nuevas cosas, vienen con un nuevo empuje y parecen de repente muy centrados en sus prioridades. 

Los amigos de mis hijos: no importa la edad que tengan, ni los intereses que les mueven; importa que sean personas con deseo de compartir y de entrega. Confieso que miraba con cierta desconfianza la amistad tan cercana que tenían mis hijos con niños más jóvenes que ellos, pero no hay duda que cualquier amigo de verdad, por muy joven que sea, puede aportarles algo benéfico y no hay que perder la confianza en su capacidad de aprendizaje y de elección.   

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