La adolescencia es una etapa de crecimiento, de
transformación, de convertirte en quien eres realmente tú, con todas las
oportunidades de la vida ante ti. Si desde la infancia se ha fomentado en el
niño la confianza, la responsabilidad, el saberse valioso, y el saberse capaz,
todo fluye. En esta etapa es cuando más desarrollan su pasión intelectual, su
razonamiento lógico, su capacidad de liderazgo (especialmente de
autoliderazgo), y su capacidad de estructura académica, aprovechémoslo.
Un adolescente necesita fundamentalmente sentirse escuchado,
comprendido, acompañado, valorado. Es la mejor etapa para fomentar su
autonomía, su responsabilidad y su emprendimiento, pero esto no es algo que
surja ahora de repente, son cosas que tenemos que fomentar desde la infancia.
Sabiendo que sí, tendremos diferencias, por supuesto, esta es una etapa de
reafirmación de su personalidad, pero ¿con quien no se tienen diferencias?
Si miramos a nuestros adolescentes como lo que son, seres
humanos en el momento de mayor florecimiento de toda su vida y confiamos,
esperamos de ellos siempre lo mejor, que sean buenas personas, que sean
confiables, que con esfuerzo y constancia puedan lograr sus sueños y se lo
hacemos saber a ellos, les verbalizamos y decimos a ellos todo eso que sentimos
y creemos, y les dejamos claro que pueden buscar ayuda siempre que la
necesiten, que no pasa nada si se equivocan, todos lo hacemos, y un error, ni
siquiera 100 definen quien eres, solo definen momentos puntuales, y que ellos son
mucho más que cualquier equivocación que puedan cometer y solo necesitan pedir
ayuda, porque nosotros estamos aquí para acompañarles en ese camino hacia una
vida adulta, independiente, capaz y feliz, lograremos una relación más fluida,
más honesta, y poder acompañar más y mejor a nuestros hijos hacia el futuro que
desean.
¿Son necesarios los límites en esta etapa?
Sí, pero en realidad los límites se han tenido que
establecer antes, en la infancia. En esta etapa más que límites y normas
necesitamos negociación. Cada vez hay que darles mayor autonomía, ya que se
están preparando para levantar el vuelo en realidad.
Fomentar su autoconfianza, autoconocimiento y autonomía es
lo esencial en esta etapa, y si en la infancia lograste dejar claro el marco de
referencia en el que se podían mover, con pocos límites pero claros, y tienes
una relación fluida con tu hijo, ahora vas a tener que establecer muy pocos
límites más, o quizás ninguno que no estuviera ya establecido. Todo depende del
estilo de vida de tu hogar. Por ejemplo, mis hijos adolescentes no tienen una
hora concreta de llegada a casa, porque ellos tienen mi confianza, y ya saben
los horarios habituales de mi hogar, si ven que algo se les alarga, llaman por
teléfono para decir que están haciendo X y les gustaría quedarse, o si se les
puede ir a recoger a tal sitio a X hora…en fin, que no hay una norma clara,
pero sí hay una norma subyacente, la de “comúnicate, infórmame, y entre los dos
vemos si es viable o no que te quedes más o que tengas que venir” pero no como
norma de a las 8 se ha de acabar la diversión porque me parece a mí, si no que
no pasa nada, si tú me avisas de que estás en casa de alguien que te invita a
cenar, etc, llámame para que no me preocupe, y para que te confirme si es
posible o si justo hoy no va a poder ser porque he de estar en otro sitio a la
misma hora que me indicas y no puedo duplicarme, se trata de que todo se trata
de forma racional, razonable, no “porque lo digo yo”, porque cualquiera que ha
sido adolescente, sabe que eso no funciona y deteriora las relaciones.
Azucena Caballero
Publicado originalmente en Pedagogía Blanca.
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