Las noches son tranquilas en el interior del Bosque
de las Turquesas. Reina la calma, porque todos sus habitantes entran en un
profundo sueño que les hace viajar a otras épocas, otros mundos, otros
lugares….
El estrellado firmamento arropa con su oscuro manto
a todos los seres que allí moran. Solo el canto suave del ligero viento mueve
las hojas, susurrando su canción, acunando dulcemente al Viejo Sauce, aquel que
siempre ha estado, está y estará entre todos ellos. Son el pueblo de los Kidogandis.
Una estirpe que se remonta al origen de todos los
tiempos. Cuando noche y día se fundían en uno solo y enormes criaturas poblaban
nuestra tierra.
Pero esta historia no trata de su pasado, eso quedó
tan atrás que solo los zavcayos kidoganis, antiguos maestros, se encargan de
mantener vivo el recuerdo en su memoria, tan bien conservada generación tras
generación.
No, esta historia trata solo de los kidogandis que
aún siguen viviendo en el interior del Bosque de las Turquesas.
Extracto del cuento "El Bosque de las Turquesas"
Paloma M.
Escritora.
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