Para muchos padres, hay una frase de
los niños que suele romper los esquemas y dejar desarmado:
-“Papá, mamá. ME ABURRO”.
Desde un punto de vista adulto,puede
parecer inconcebible que un niño de hoy en día pueda aburrirse, la
mayoría de ellos tiene a su disposición miles de juguetes, cuentos,
pinturas, consolas… pero cuando llega el momento, surge el dilema,
“Y ahora ¿qué hago?”
Es habitual pensar que esa frase es
una forma de hacer chantaje… por ejemplo, justo en el momento que
una madre (un padre) ha decidido controlar el número de horas que el
pequeño pasa delante de la pantalla de la televisión o del
ordenador, ninguno de los juguetes que tiene le resulta atractivo,
ningún libro interesante ni hay nada que hacer en casa o en la calle
(aunque también es cierto que por desgracia, la calle, que es una
gran fuente de entretenimiento cada vez está más vedada y/o
controlada para los niños). Si los padres lo asumen como tal, como
que les está chantajeando, lo más fácil va a ser entrar en una
rueda “diabólica” de discusiones que es el adulto mismo el que
ha ocasionado. Desde luego no somos partidarios de PROHIBIR los
juegos de pantalla, pero ofrecerlos de manera respetuosa es una
obligación que los adultos no suelen cumplir. Es muy goloso tener la
tele o la wii preparada para una “emergencia”: una ducha,
terminar la comida, ocuparnos de otro hermano… y por lo mismo es
fácil caer en el abuso o en un empleo demasiado “laxo”. Los
niños perciben cláramente que los audiovisuales son un desahogo
para todos, para los adultos porque consiguen algo de tiempo libre y
para ellos mismos que disfrutan de entretenimiento rápido y sin
esfuerzo, sin necesidad de nada más. En este caso lo que sucede es
que un RECURSO incluso educativo lo estamos convirtiendo en una
NECESIDAD, porque no hay planifcación, organización ni una
motivación en sí misma; lo que obtengo es tiempo ocupado de manera
inmediata. Salir del círculo vicioso es muy dificil (se parece
bastante a la dependencia de un adicto a sustancias tóxicas) y se
debe hacer con tacto, con respeto y con la presentación de
alternativas.
En otras muchas ocasiones, “me
aburro” significa “quiero hacer algo contigo”, lo cual debería
llenarnos de satisfacción. Sin embargo, ciertas corrientes
psicológicas no son partidarias de que los padres jueguen mucho con
los hijos, en busca de esa supuestamente necesaria “independencia”,
así que se les indica incluso que CRONOMETREN el tiempo que ¡gastan!
con los pequeños para así enseñarles a organizar su tiempo…
claro que a los niños les da igual lo que pueda decir un psicólogo,
ellos necesitan jugar con sus padres, o con un amigo (y no
necesariamente con su hermano pequeño) y ante la insistencia, se les
acaba llenando el “tiempo libre” con un sinfín de actividades
para que estén entretenidos (o no tengan tiempo para SENTIR, según
se mire). Los profesionales que mantenemos la necesidad de mantener
el continuum en la crianza
remarcamos la importancia de jugar con los más pequeños, que no
quiere decir necesariamente estar única y exclusivamente
atendiéndolos... los niños hasta los dos o tres años “juegan”
también imitando al adulto en tareas domésticas, le “ayudan”...
no es necesario tirarse todo el tiempo al suelo (aunque es muy
beneficioso, sobre todo para los padres) o leer cuentos continuamente
(y qué voy a decir de lo que disfrutan con ello).
El
problema fundamental es que a la mayoría de los niños y niñas de
hoy no se les ha permitido gestionar el tiempo libre, y con ello, el
aburrimiento. Vivimos en una sociedad que constantemente ofrece una
alternativa rápida y potente al hecho de estar unos minutos con uno
mismo: en los autobuses, en el metro, en las paradas de los
transportes públicos hay pantallas con noticias y anuncios que
bombardean nuestras cabezas. Muy pocas personas pasean solas sin
llevar un MP3 o una radio en el oído. Y personalmente, se me ponen
los pelos de punta cuando veo a niños en la parte trasera de un
coche mirando fijamente un DVD de dibujos para poder hacer un viaje
tranquilo.
Durante
una temporada tuve la oportunidad de estar en una Unidad Hospitalaria
de tratamiento de la ansiedad y no dejaba de asombrarme que una de
las actividades que más frecuentemente NO podían realizar los
pacientes era precisamente realizar actividades cotidianas sin el
apoyo de “distractores”,en forma de televisión a todo volumen,
radio, teléfono móvil pegado al dedo... creo que la gestión del
aburrimiento tiene una parte muy positiva, que tiene que ver con el
desarrollo de la creatividad (y que no tiene nada que ver, por
cierto, con una iniciativa de Nestlé y mi muy querida
Supernanny) y una cara destructiva si no somos capaces de ayudar a
los más pequeños a gestionarla; proporcionemos pues tiempo libre,
acceso a la Naturaleza, mantengámonos ocupados a la par que
disponibles y explotemos los juegos mentales de toda la vida:
veo-veo, adivinanzas, etc.
Beatriz Coronas
A las madrigueras!
Psicóloga CA-696
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