martes, 26 de marzo de 2013

Tecnología, crianza y aprendizaje


Muchos padres temen el impacto de la tecnología en la manera de aprender de los niños. De hecho, hay algunos que ni siquiera están de acuerdo con tener un televisor en casa, por dar un ejemplo ya muy banal.
En alguna medida se puede decir que sí, es cierto, no hace falta un televisor para recibir una educación.
Tampoco hace falta un teléfono móvil, o un artefacto para leer libros electrónicos, o un ordenador. Podemos aprender muchas cosas todavía sin utilizar la tecnología.
¿Pero tiene sentido realmente? ¿Es benéfico a largo plazo? ¿No es una pena no aprovechar los soportes modernos para aprender?

Nosotros, las generaciones anteriores a los años 90, no nos hemos criado con ordenadores, con cámaras digitales, con placas vitrocerámicas, y aquí estamos, es cierto. Sin embargo, nacimos ya en la era del televisor y hemos crecido adquiriendo conocimientos (consciente o inconscientemente) a través de su pantalla - hemos aprovechado este invento más de lo que se creía cuando se inventó.

Hoy en día hay muchos más aparatos en los hogares y algunos facilitan nuestros trabajos y nuestro aprendizaje.
Es por eso que siempre que hablo con algunos padres que desprecian la tecnología no dejo de asombrarme ya que yo siempre he pensado que vivir en el presente, con sus cosas buenas y malas, es lo mejor para integrarse en la sociedad.
La tecnología, queramos o no, forma parte de nuestras vidas. Si bien es obvio que el uso abusivo puede ser dañino, sin embargo el uso racional y medido sólo puede reportarnos beneficios.
Por mi parte, he hecho todo lo posible no sólo no evitar que mis hijos vengan en contacto con todos estos adelantos, sino que sepan cómo utilizarlos para sacarles provechos. No se trata sólo de saber cómo funciona un ordenador, sino de las lavadoras, los lavavajillas, una máquina para hacer pan... Saben también lavar o fregar a mano, y han aprendido cómo hacer pan manualmente, pero están familiarizados con los aparatos también.
¿Que las máquinas pueden ser dañinas? Vale, pero saber utilizarlas las transforma en una ayuda valiosa.

Desde hace muchos años en nuestra casa todos los electrodomésticos y aparatos electrónicos nos ayudan en aprender nuevas cosas o simplemente nos dan unos servicios imposibles de reemplazar en la sociedad en la que vivimos.

La cuestión no es "proteger" a los niños de la tecnología, sino enseñarles a usarla con medida y precaución para que se le pueda sacar el provecho previsto: con el televisor hemos aprendido a disfrutar del séptimo arte, de los documentales, de la música y de los programas divertidos - y de todas las conversaciones que derivan después de verlos; con la lavadora o el lavavajillas nos ahorramos horas de remojo y lavado, y, por supuesto, hasta de agua; con los ordenadores hemos aprendido a buscar información de todo tipo y, en general, a instruirnos desde varios puntos de vista; los aparatos para leer libros de formato electrónico nos vienen muy bien cuando estamos de viaje y no podemos cargar con los libros físicos en la mochila; los iPads e iPods nos permiten disfrutar de la música, de los programas tipo podcasts, de algunos juegos que agudizan el ingenio, o simplemente trabajar y elaborar documentos importantes; los teléfonos móviles nos ayudan a estar en contacto cuando hace falta; las cámaras digitales nos permiten ver las fotos directamente y no utilizar soporte de papel; la placa vitrocerámica tiene la ventaja de limpiarse de forma fácil .... etc. etc. etc.
¿Hace falta seguir?
Negarles a los niños este aprendizaje es como negarles aprender a ir en bici o en coche con el motivo de que es "peligroso". Sí, es peligroso, pero acaso todo se me antoja a veces peligroso en esta vida, ya que nada está exento de accidentes - incluida, por ejemplo, la comida o simplemente hacer deporte.
Como siempre el secreto está en la medida y en acompañar a nuestros hijos en estos aprendizajes en la medida de lo posible (entre otras cosas, es bueno que sepan que todos estos aparatos dependen mayoritariamente de la energía eléctrica).

Sinceramente creo que es benéfico aprender a utilizar estos "demonios" de la vida actual y saber sacarles el mayor provecho; por supuesto que no es malo intentar vivir como en los siglos pasados (tenemos el ejemplo de las comunidades amish en EEUU), pero ¿es eso lo que deseamos para nuestros hijos? ¿O más bien queremos que se desempeñen exitosamente dentro de los tiempos que les han tocado vivir?

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