Reconozco que es un tema tabú porque supuestamente todo lo que les enseñamos a los niños y lo que nos aconsejan los expertos es bueno y constructivo, pero hoy en día sabemos que muchas de estas obligaciones o recomendaciones son inútiles o ineficientes o directamente dañinas; por este motivo utilizo los términos del título.
¿Cuales son?
1. Deberes - una cosa es comprobar con los niños qué han aprendido y otra cansarlos con ejercicios repetitivos: recientemente saltó a la palestra una noticia acerca de un padre que había logrado que un colegio deje de poner deberes (http://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2013/05/29/padre-logra-colegio-oleiros-deje-poner-deberes/0003_201305G29P6994.htm) Lo interesante es la reacción de otros padres y los comentarios del artículo.
2. Personas que dicen lo que hay que hacer - los familiares y amigos que te dan consejos acerca de cómo y qué debe aprender tu hijo.
3. Presiones sociales - tradiciones obsoletas - no se puede dejar jugar al niño porque "pierde el tiempo"/ el niño debe estudiar, no jugar.
Creencias equivocadas - si le hablas de temas de adultos no le dejas vivir su infancia/ los niños deben estar con niños/ no hay que darles responsabilidades por si no pueden con ellas o porque son niños y no deben cargar con ellas.
Todas estas situaciones llegan a ser estresantes o para los niños o bien para los padres y hacen que se gaste mucha energía por parte de ambos.
¿Qué hacer?
Primero, reconocer la situación como estresante o dañina.
Segundo, no asustarse, sino buscar una solución según la particularidad de cada caso:
- dar menos deberes y asegurarse del nivel de comprensión del alumno - a veces no son necesarios tantos deberes si el niño ha entendido todo - es más trabajo quizá, pero vale la pena.
- no perder la calma ante los típicos consejos de los familiares, agradecerlos y procurar hacerles entender que los responsables de la educación son los padres/tutores legales; si insisten, o bien se les explican las razones por las cuales no se siguen sus consejos, o se viene en contacto directo menos frecuentemente.
- preguntarse seriamente si las tradiciones y las creencias imperantes son de actualidad y, sobre todo, si se adecúan a la personalidad del niño, a su manera de ser; hay que ser sincero consigo mismo y reflexionar si estas creencias son de verdad de ayuda para el desarrollo del niño, si le van a guiar a lo largo de la vida teniendo en cuenta que, cuando él sea adulto, la vida será distinta, sus propios pensamientos tendrán otros cauces y él mismo otra manera de producirse.
Y, sobre todo, dejarse guiar por las propias necesidades y criterios como familia, no hay familias iguales, y todos somos diferentes y tenemos el derecho a decidir nosotros mismos sobre nuestras acciones y, por mucho que amemos a nuestros familiares, nosotros somos los responsables de nuestras vidas y de la de nuestros hijos y lo natural es que la decisión final sea nuestra y sea respetada.
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