viernes, 20 de diciembre de 2013

¿Acompañar o ayudar?

     Hace algún tiempo una mujer contaba un viaje larguísimo que había hecho en autobús con sus dos hijos, de aproximadamente dos y cinco años. Aunque había ido pertrechada de material de entretenimiento era casi inevitable que en algún momento estallase una crisis que tuvo que soportar como pudo. Otra compañera del círculo le preguntó: "¿por qué no pediste ayuda?". Parece obvio, pero quizá no sea fácil pedir ayuda sin miedo a molestar, ni intentar ayudar sin miedo a entrometerse.

     Pedir ayuda suele ser difícil: nos pone en una posición de (supuesta) vulnerabilidad, quedamos expuestos y a merced de la buena voluntad de la persona a la que recurrimos. Malo si es alguien conocido, malo también si no lo es. Y peor cuando la ayuda tiene que ver con nuestros hijos; posiblemente percibamos la dificultad para poner límites a posteriori, o nos quedemos con la sensación de que debemos devolver algo, o incluso nos veamos enfrentadas a una supuesta falta de capacidad. Sin embargo, si queremos educar en la cooperación, conviene que tengamos en cuenta que nuestros hijos aprenden de nuestras actitudes, y si nosotras no somos capaces de hacerlo difícilmente les daremos herramientas a ellos para saber "pedir", sin obligar, ni exigir ni comprometer, y aceptando un "no" cuando sea así.

     Otra cuestión es la de ofrecer ayuda. Es verdad que en lo que respecta a la crianza, en muchas ocasiones se insiste en la necesidad de acompañar y no intervenir, y posiblemente los límites sean muy difusos. Un ejemplo archiconocido es el tema de las visitas postparto, cuando siempre hay alguien que se ofrece a coger al bebé para que la madre pueda hacer otras tareas tal como poner un café o una lavadora: eso no es ayudar. O una mujer que esté colocándose a su hijo en un portabebés y venga alguien a "sujetar" al niño o ayudarle a pasar los nudos: eso tampoco es ayudar, es meter mano y en muchas ocasiones, importunar diciéndole al otro lo que tiene que hacer. Deberíamos centrarnos seriamente en pensar en ofrecer ayuda al adulto, y que sea éste o ésta la que asuma la cantidad de ayuda que necesitan los pequeños. Y cuando hablamos de ofrecer tenemos que aceptar la posibilidad que nos digan "no", y que no pasa nada. Estamos todavía muy lejos de aceptar algo porque sí. Todavía nos cuesta. En cualquier caso, los adultos son (o deberían al menos) ser capaces de rechazar o aceptar una ayuda no solicitada, pero los niños no. Los niños, que todavía no son buenos conocedores de la lógica adulta, se verán enfrentados a un desconocido que les requiere algo, y eso no suele acabar bien...

     Y por supuesto, lo que debería primar es el sentido común. Ofrecer ayuda no es decir cómo se tienen las cosas, o cuál es nuestra opinión, o acusar. Ayudar es ser proactivo y actuar en caso de peligro ¿un ejemplo? hace unos días se vio esta escena en la playa: un padre con dos niños estaba atendiendo al menor de ello, que debía haberse hecho daño con algo. El otro niño, de unos seis años, estaba en la orilla jugando con las olas de una mar algo picada y no atendió a la llamada del padre que le pedía que se alejase. No es que fuera desobediente, es que era un niño JUGANDO, ajeno al peligro. Pasó por allí un señor que se dio cuenta de la situación, y su reacción fue realmente curiosa: se acercó al padre y le pidió que fuese a buscar a su hijo mayor, que lo hiciera aunque llorara, "que era mejor que llorase el niño que no los padres". Como si el padre no sacara al niño del agua por capricho de éste, cuando lo que estaba haciendo era atender al pequeño lastimado. Por suerte para todos, pasaba por allí personas más sensatas que bien se ofrecieron a quedarse con el pequeño, o bien hablaban con el mayor para que se alejase de la orilla. Evidentemente, era una situación de relativo peligro, en la que no tenía ningún sentido reprender al padre. ¿Por qué tomó ese señor semejante decisión? Yo creo que responde a dos patrones: a una educación censuradora y castigadora por un lado, y a una demostración del adultocentrismo absorbido por otro. 


     Como casi siempre quizá deberíamos fijarnos más en los niños y en su capacidad de ver lo obvio para entender que las cosas son más sencillas. Hace poco, en un supermercado atestado de gente una madre intentaba colocar la compra del carro en la cinta transportadora mientras su hijo, que no llegaba al año, lloraba en la silla que llevan los carros de los hipermercados. Del lloro pasó al lloro intenso y de ahí a la crisis. La madre, agobiada con una gran cola de personas esperando detrás llegó a quedarse paralizada e inclusó le gritó al pequeño, que rompió a llorar aún más fuerte. Ninguna de las personas que estaba detrás, en la fila, fue capaz de reaccionar, como no queriendo inmiscuirse mientras que tanto la madre como el niño lo estaban pasando realmente mal; no avanzaba nada hasta que se dio esta conversación entre una niña de unos cinco años y su madre:

   - Venga, mamá!!
   - Venga ¿qué?  -creo que también con miedo de otro "numerito".-
   - Pues dile a esa mamá que coja al bebé y tú le pones las cosas en las bolsas.

     Lógico ¿verdad? Esa niña no veía a un niño con una rabieta que merecía un azote, ni a un caprichoso ni a una madre que no supiera ejercer su función: vio una madre desbordada y un niño que necesitaba un abrazo. Entre varias personas de la cola pusieron las cosas de la cinta y una pareja le ayudó a empujar el carro. Fin de la crisis. Posiblemente muchas de las personas de la cola hubieran intentado entretener al niño con muecas o canciones, que está muy bien, pero que no respondía a las necesidades del momento, el niño necesitaba a su madre y su madre necesitaba más manos. Y es tan sencillo que sólo una niña fue capaz de verlo. 

     Ahora que es Navidad y que se supone que es mejor momento que el resto del año para pensar en el otro, intentemos pensar en ayudar. Pero de verdad. 

Beatriz Coronas

1 comentario:

  1. Gracias por esta reflexión...es muy cierto que a veces las cosas más simples no se ven y se intenta "ayudar" de una manera que en verdad no ayuda...si no dificulta. Muchas gracias y felices fiestas!

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