miércoles, 25 de enero de 2012

Autogestión emocional


En más ocasiones de las que nos gusta reconocer, nos resulta más fácil pedir a otro control emocional. Cuando otra persona comete lo que consideras un error, es fácil que tu sistema nervioso tome el control y que tú hagas o digas cosas de las que luego estés completamente arrepentido.
La situación varía considerablemente, si quién comete el error eres tú. En esos casos, es natural que prefieras que la persona que ha "recibido" tu error tenga cierta consideración con el hecho de qué todos somos humanos, y como tales, a veces erramos.

Esto es muy evidente cuando estás conduciendo. Estoy segura que has visto a alguien chillar por la ventanilla a una persona que se equivoca, o no respeta (por descuido o intencionadamente, eso no lo sabes) una norma de tráfico. También es probable que hayas recibido algún pitazo si eres tú quién ha tenido dicha equivocación.
Lo interesante está en las palabras que se dicen según el "lugar" que ocupas. Si has tenido que frenar bruscamente para no golpear un vehículo que incumplió una norma, es muy probable que insultes y digas: "¡mira por dónde vas!", o cualquier derivado. Y rara vez dirás: ¡puff, menos mal que pude frenar a tiempo, porque este conductor se despistó!.
Pero si eres tú quién se despista, y escuchas los improperios que otra persona está dirigiendo hacia tu acción, la mayoría diría: "¡Es que tú nunca te equivocas!" seguido de cualquier palabra malsonante. Y rara vez escucharás un: "¡Qué susto se ha llevado, con el acto que acabo de hacer!".

Puede que leyendo esto sientas tentación de reir, porque ocurre diariamente en la carretera. Pero cuando es un niño quién se equivoca, y recibe frases "duras" en lugar de frases "comprensivas", la "cosa" cambia. El niño, la niña, están grabando su modo de actuar ante la vida. Estan grabando si son buenas personas. Tú mismo, tú misma, cuando fuiste niña, niño, grabaste en similares circunstancias, todo lo que hoy piensas de tí.

Una habilidad importante como madre, como padre, es entrenar el control y la responsabilidad sobre nuestras emociones. Y así no pedir a un peque que controle factores, que por edad aún no ha aprendido. Y sobre todo, y sabiendo que los niños aprenden en su mayor parte através de la imitación, pues modelar lo que nos gustaría que incorporen en su vida. Responsabilidad y autogestión en sus emociones y comportamientos...

Teresa García.
Psicologa clínica.
Sin Castigos

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