Últimamente percibo una gran preocupación en
torno a la lectura de los niños. Cada vez nos obsesionamos más en que lean
antes y mejor. Pensamos que de esa forma incentivaremos su amor por la lectura,
que tanto preocupa a muchos padres. Pero ese amor no se impone, al igual que no
imponemos que hablen o anden antes de que se encuentren preparados. No existen
técnicas milagrosas para ello, solo paciencia y respeto.
Los niños tienen una gran predisposición a
escuchar, les encanta que les contemos historias, desde bien pequeños, así que
ese será siempre nuestro punto de despegue, lo demás vendrá solo y con tiempo,
cuando ellos estén preparados. Un niño al que se le cuentan cuentos o se le
leen libros, es un niño que aprende a escuchar, algo sumamente importante,
tanto como el saber leer ellos mismos.
Otro punto también importante es dejarles
elegir. Cada niño es diferente y no hay libros mejores ni libros peores,
sencillamente hay historias para todos los gustos. Escuchemos sus preferencias
y en base a ellas les ayudaremos a escoger la mejor lectura, la más apropiada
para él, porque de esa manera nos garantizaremos que atenderá, se meterá de
lleno en el relato, pondrá todos sus sentidos a nuestra disposición y
disfrutará como nunca del Universo que rodea a esas letras mágicas.
No nos importe leerles lo que precisen,
cuando lo demanden y las veces que lo soliciten. Cuando facilitamos esta labor
todo se hace menos complejo, los libros no se convierten en algo tedioso, sino
que disfrutarán con ellos el resto de su vida. No nos impacientemos porque no
lean solos, eso viene con el tiempo, porque es maravilloso compartir esos momentos
en los que nos tienen solo para ellos y se quedarán grabados en su memoria para
siempre.
Paloma M.
Escritora.
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