Cuando el miedo habla

- "No soy peor madre por dar el pecho"

- "No lo hago mal por intentar cubrir todas sus necesidades"

- "No he sido peor madre por elegir un parto natural"

Absurdo ¿verdad? Aunque haya madres que sientan  censuradas cuando toman algunas decisiones respecto a sus hijos, es raro que alguien sea capaz de pronunciar frases que van en contra del sentido común. Sin embargo, no es tan raro escuchar cosas como éstas:

- "No soy peor madre por darle biberones"

- "No lo hago tan mal por dejarle llorar un poco"

- "No he sido peor madre por programar mi parto"

Aunque esto nos llame menos la atención, por habituales, lo importante no es tanto el mensaje como el contexto en el que se emiten. 

¿Por qué no es tan importante el mensaje? Pues porque es cierto que cada madre/familia debe tomar sus decisiones, valorarlas y aplicarlas asumiendo las consecuencias (las positivas y las negativas, claro). Y el deber de todos los demás es aceptarlas. Es cierto que hay un matiz que, al menos como profesional es muy fácil de ver; y es que según qué temas, unas decisiones son mejores que otras, pero esto sólo es desde una (falsa) lógica objetiva. Porque sí, casi todos sabemos que la leche materna (por poner un ejemplo) es mejor que la de bote, pero puede haber miles de motivos por los que para un niño sea infinitamente mejor ser criado con biberones por una madre feliz que con teta con una madre amargada. Hace unos años oí en una charla a un conocido matrona (no es una errata, él se denomina a sí mismo "matrona") de por aquí decir que a su hijo mayor le había puesto todas las vacunas, al mediano, sólo algunas, y al pequeño no le había puesto ninguna; así estaba seguro de que con uno de ellos había acertado. Yo intuyo que las tres decisiones son acertadas, pues son fruto de la reflexión. Es cierto que a veces, con el paso del tiempo pueden aparecer problemas que nos llevan a pensar "¿Y si hubiera..."? por eso insisto en la necesidad de asumir las consecuencias de la mejor manera posible. Sabemos, por seguir con el tema de la lactancia, que un niño que toma biberón tiene más papeletas que un niño de pecho para manifestar problemas alimentarios y de habla. Eso no quiere decir que los vaya a tener, pero si aparecen y el profesional que lo atiende pregunta si tomó pecho y cuánto tiempo (por cierto, que a los logopedas  están llegando demasiados casos de dislalias que seguramente no hubieran aparecido de haber disfrutado el niño de una lactancia prolongada) no tiene mucho sentido decir eso de: "No soy peor madre por haberle dado biberón". Hay que trabajar en ello, y punto. 

Y con esto vamos a la segunda parte, el contexto. ¿Cuándo aparecen estas expresiones? No dejan de ser gritos de defensa, justificaciones no solicitadas o incluso acusaciones veladas: "¿No estarás diciendo que eres mejor madre que yo porque (..........) ¿verdad?". Hay que entender que en estos casos quien habla es el miedo: el miedo a ser juzgadas, a estar equivocadas, al qué dirán... pero sobre todo y principalmente, el miedo a lo desconocido, a lo poco habitual, a los motivos por los que otra persona toma una decisión totalmente enfrentada a la nuestra y, además, la defiende. Por supuesto, esto será negado siempre, a nadie le gusta reconocer que siente miedo, ni siquiera cuando es tan difuso, tan sutil... y afecta a lo que más quiere una madre: su hijo. 

He tenido el placer de trabajar con madres que han optado por biberones, que han tenido que dejar a bebés muy pequeños demasido tiempo en manos ajenas o que han reconocido que se les ha escapado la mano al trasero en un momentos de tensión, y que al enfrentarlas a algunas posibles consecuencias de estos hechos los han asumido y valorado enb su justa medida, todavía no me he encontrado a nadie que se haya puesto a la defensiva de una forma brusca. Sin embargo, sí me he encontrado esta actitud en la calle, en conversaciones informales, y sólo se me ocurre que pueda pasar porque algunas mujeres siguen teniendo miedo de otras mujeres. Luchemos porque esto cambie. 

Beatriz Coronas.