domingo, 31 de julio de 2011

El que no se ha escondido, tiempo ha tenido....


Con esa frase terminabamos de contar en el juego del "escondite" cuando era niña. A partir de ahí comenzaba a ir por todos los rincones, encontrando niños y niñas, el típico juego infantil.
Hoy, ya adulta, me dedico a enseñar herramientas de comunicación que armonicen las relaciones entre personas. Y me doy perfecta cuenta que encontrar nuestras emociones y necesidades es más difícil que encontrar a los niños y niñas cuando jugaba al escondite.
Me pregunto qué es lo que ha pasado para que un hecho muy conocido de la psicología popular en los niños, desparezca cuando llegamos a la edad adulta. Los dichos populares dicen que si un niño está feliz lo sabe su madre y si está enfadado lo sabe todo el vecindario. Se refiere a las carcajadas del niño-niña contento, y a los llantos y gritos del niño enfadado.

De pequeños las emociones se expresan libremente, aunque los infantes no sepan los nombres que cada emoción reciben en nuestra cultura. De adultos conocemos los nombres de varias emociones (aunque la mayor parte de las veces nuestro vocabulario emocional es bastante reducido), pero rara vez nos sentimos en libertad de expresarlas. Y en más ocasiones de las que nos apetece reconocer, ni siquiera sabemos qué emoción tenemos. Muchas frases que hemos escuchado tienen algo que ver en esta situación...

Una de ellas es, "los chicos no lloran", como la canción. Otra "las chicas no dicen tacos", "Las buenas personas no odian", "no se chilla", etc.

Del mismo modo, más de una vez escondemos aquello que necesitamos, deseando que los que conviven con nosotros sean capaces de ayudarnos a satisfacer nuestras necesidades, adivinándolas. A esto también contribuyen las costumbres de nuestra sociedad, con sentencias como: "no quieres eso", "no puedes querer eso", "no necesitas eso", etc.

Hoy sabemos que la competencia emocional es tan importante o más que la competencia intelectual. Por lo tanto nos encontramos con la necesidad de entrenar la capacidad emocional, y con la dificultad porque los adultos en general carecemos de vocabulario y entrenamiento en estos temas. Sin embargo, una vez que nos ponemos, no es tan difícil como parecía, y los resultados nos darán razones para continuar...

Teresa García,
Psicóloga clínica.
Sin Castigos.



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