lunes, 19 de diciembre de 2011

Enseñar con los que Somos

"En una ocasión una abuela trajo su nieto a Mahatma Gandhi. El niño tenía un apetito insaciable por el azúcar, lo cual estaba poniendo en peligro su salud.

- Por favor -ella suplicó a Gandhi- dígale a mi nieto que deje de comer azúcar, ya que se que él lo respeta mucho a usted, yo se que él le escuchará lo que usted le diga.
Gandhi les pidió que se fueran y regresaran en cuatro días.

Cuatro días más tarde regresaron la abuela y el nieto. Gandhi mirando a los ojos al nieto de la señora le dijo con autoridad: - Deja de comer azúcar, estás hiriendo tu cuerpo.

Después de un breve silencio, la abuela le preguntó a Gandhi: - Señor, ¿por qué usted nos pidió esperar cuatro días y regresar, si esto mismo lo hubiera podido decir el día que vine?

Gandhi respondió: - Señora, hace cuatro días yo estaba comiendo azúcar y no podía hablarle con autoridad a su nieto. Ahora puedo, porque hace cuatro días dejé de comer azúcar."



Los chicos son más intuitivos de lo que imaginamos. Puede que escuchen o no lo que les decimos, pero algo es infalible: SIEMPRE nos están observando, y asimilan de una forma increíble lo que somos y lo que hacemos, no tanto lo que decimos.

¿Podemos enseñarles a ser apasionados si nosotros transitamos la vida con tibieza?

¿Podemos pedirles que nos escuchen, si nosotros no los escuchamos cuando nos hablan?

¿Podemos hablarles de honestidad si acabamos de regresar de la tienda y no le dijimos al empleado que nos había dado mal el vuelto?

¿Podemos decirles que cuiden su cuerpo con un cigarro en la mano?

Muchas veces pedimos muchas cosas a nuestros hijos, y exigimos que nos respondan tal como nosotros queremos que lo hagan, aunque nosotros no seamos capaces de cumplir tales exigencias.

Deberíamos mirarnos a nosotros mismos y desempolvar nuestra voluntad para superarnos en aquellas cosas que sabemos que tenemos que cambiar.

Enseñar con el ejemplo es la manera más sabia y honesta de enseñar a nuestros hijos. Y el aprendizaje es doble, porque nos obliga a aprender a ser mejores personas.

Y desde esa perspectiva, transitar la vida junto a ellos, acompañándolos, enseñándoles con lo que SOMOS, que en definitiva es lo más valioso y verdadero que podemos legarles.



Laura Castellaro.-
Aprendiendo sin Escuela

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