viernes, 6 de enero de 2012

Guarderías, conciliación y salud.

Tengo una amiga que tiene un hijo de 22 meses. Cuando su bebé cumplió cinco meses tuvo que incorporarse al trabajo. No ha sido muy diferente de otras madres en ese aspecto, ya que la baja maternal en España es de 16 semanas escasas. Su economía no le permitía pedirse excedencia, ni dejar el trabajo para criarlo como a ella le hubiera gustado. Además no vive en la ciudad ningún familiar cercano que pueda ocuparse de él.





Por supuesto no se ha diferenciado de otros niños que acuden a guarderías en lo que se refiere a salud: une un catarro con bronquitis, la bronquitis con otitis, ha pasado por varias bronquiolitis… Sí, sí, como muchos de los niños de hoy en día. Pero por desgracia el que un niño tan pequeño enferme tanto se ha visto como “normal”: “normal, si acude a guardería”, “normal, si así se inmunizan”, “normal, es que cuando empieza uno van cayendo todos”.

Sin embargo, la revista Evidencias en Pediatría, de la AEPED (Asociación Española de Pediatría), en un artículo del número de marzo de 2011, expone lo siguiente:

La asistencia a guardería, en comparación con la asistencia en los propios hogares o por personas del entorno familiar, mostró un mayor riesgo en los primeros años de vida de infecciones respiratorias en general, especialmente las de vías respiratorias altas (catarro común, rinitis, otitis media aguda o con derrame), algunas de vías respiratorias bajas (bronquitis, bronquiolitis,  neumonía, episodios de sibilantes asociados a infección respiratoria) y diarreas agudas… Podemos resumir que, para la asistencia a guardería, el riesgo de infección respiratoria alta se incrementaba un 88%, para la otitis media un 58%, para la otitis media con derrame un 143%, para las infecciones respiratorias bajas un 110% (neumonía, 70%; bronquiolitis, 80%; bronquitis, 110%) y para las diarreas/gastroenteritis agudas un 40% (1).

Asimismo, la asistencia a guardería suele suponer una fuente de estrés para el niño, al pasar más horas sin la presencia de sus padres de las que puede soportar, la cantidad de estímulos que recibe, etc. La aparición del estrés conlleva una disminución de sus defensas, con lo que tiene más facilidad para contraer las enfermedades antes expuestas.

Con estos datos, podríamos concluir que esta exposición a estas enfermedades es innecesaria, aunque por desgracia no todas las familias pueden delegar en abuelos o familiares cercanos para colaborar en la crianza, o permitirse que alguno de los progenitores se quede en casa para criar a su hijo, como es el caso de mi amiga. De hecho, ella tiene muy claro que mientras las políticas de conciliación no cambien no intentarán tener otro hijo, no quiere volver a pasarlo tan mal como lo pasa ahora cada vez que tiene que separarse de su hijo cuando enferma, lo cual ocurre muy a menudo. Pero su historia no es única. Os invito a que paséis por la página de Conciliación Real Ya, movimiento que surgió en Internet en septiembre del pasado año ante el grito ahogado de una madre que no podía conciliar, donde podréis leer testimonios parecidos sobre el tema y las acciones que están llevando a cabo para conseguir un cambio de mentalidad en la sociedad.

Elena Segura
Muchos @brazos

(1) Ochoa Sangrador C. ¿Existen beneficios asociados a la asistencia a guardería? Evid Pediatr. 2011;7:1.


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