... así decía una canción de hace algún tiempo y que yo recordé
unos días atrás, cuando veía una entrevista; en ella, la reportera de una
televisión local preguntaba a dos representantes de una asociación de familias
unidas por la crianza con apego sobre aspectos “comprometidos”: dónde dormir,
hasta cuándo tomar pecho, cómo nacer... aspectos éstos que no es que fueran
comprometidos en sí mismos, pero que estaban planteados desde una perspectiva
de oposición: “lo mejor, lo que hay que hacer, lo que planteáis...” las
respuestas de las dos mujeres fue la misma en muchos casos: sonrisa y “depende”.
Y es que es cierto que todo depende, y en caso de crianza, mucho más. Todos
(sobre todo los que nos ganamos la vida en este área) consideramos que nuestras
ideas al respecto son lo mejor para todos los niños y por ende para sus
familias, y en ocasiones nos falta flexibilidad para captar las sutilezas que
se presentan en las relaciones entre los padres, el peso del resto de la
familia, la historia previa de la propia infancia y que condicionan la relación
con los más pequeños.
Es cierto que no deberíamos caer en esa
especie de relativismo que nos lleva
hasta el “todo vale mientras que no se excedan los límites”, pues debemos estar
convencidos de por qué hacemos lo que hacemos, debemos saber dónde buscar los
orígenes de las conductas, desde cuándo hacemos lo que hacemos e incluso
indagar en las fuentes de las investigaciones, si es preciso. Debemos estar
seguras de que lo que planteamos es lo mejor para nuestras familias, la propia
y la que nos pide ayuda. Tenemos que saber dónde están esas líneas rojas que no se
pueden traspasar en ningún caso; unos les llamaremos de una forma, otros de
otra distinta, pero sospecho que estarán en torno a la idea del abuso de poder. Y lo debemos
saber para trazar, ahora sí, nuestras propias fronteras y discernir la
diferencia entre la responsabilidad
personal o la culpa. Pero también
debemos saber entender, la crianza no es una competición, es un regalo. Todos
los que sabemos la teoría, debemos entender que la forma de llevarlo a la
práctica cambia según las circunstancias y deberíamos poder valorar los
pequeños detalles.
Personalmente, cuando dudo de algo
relacionado con este tema, suelo recordar a una mujer que me marcó
profundamente: hace unos años, trabajé unos meses en una escuela infantil
bastante respetuosa con los horarios y los tiempos. Allí estaba un niño desde
casi primera hora, pasaba la mañana, comía y echaba la siesta. El peque tenía
alrededor de dos años, y su madre tenía un horario laboral de esos infernales,
anti-conciliación, anti-familia y, como tantos otros, la imposibilidad de
cambiar. Ella se escapaba a la hora de comer, a veces antes, a veces un poco
más tarde, nunca a la misma hora, y cuando llegaba el peque solía estar echando
la siesta. Recuerdo que se descalzaba, entraba en el aula, lo cogía en brazos y
se lo llevaba al coche. Allí, le sostenía en brazos mientras comía un bocado
con una mano, un pincho, una fruta... algo que le permitiera tener una mano
libre para abrazar al pequeño contra sí. La mayoría de las veces, se tenía que
ir antes de que el niño despertara... lo posaba en la hamaca otra vez y siempre
le dejaba algo, un fular, un pañuelo, una pulsera, para que el supiera que
había dormido con mamá. Después de merendar, su padre le recogía, y él le
enseñaba su tesoro.
Por supuesto que esta no es una
situación perfecta, ojalá se pudieran cambiar muchas cosas de esa relación.
Podríamos opinar, dar ideas, aconsejar... pero ¿alguien le podría reprochar algo a esta
mamá?
Para ti ¿cuándo se cruza la línea roja?
me ha emocionado mucho la historia de esa madre...
ResponderEliminarTe leo mucho. Es la primera vez que comento. He llorado con el relato. Sabes? Mi hija duerme en mis brazos todos los días su siesta. Pocas personas lo saben pues soy muy cuidadosa con nuestra vida privada. Mis allegados que lo saben dicen que no está bien. Pero las dos somos tan felices. Mi hija tiene dos años, la crio con apego y respeto y he dejado en stand by mi carrera como médica. El apoyo económico y moral de mi esposo lo han hecho posible. Pero hay tantas madres que no pueden. Y también tantas valientes que encuentran salidas como esta que nos cuentas. Ojalá todas podamos dar todo el amor a nuestros hijos. Sólo eso puede salvar este mundo.
ResponderEliminarMaravilloso! Gracias
ResponderEliminarQué bonito, me he emocionado al leerlo. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarQué hermosa historia! Pude ver a esa mujer con su hijo en brazos mientras comía. Cuánto debe haberlo disfrutado y el pequeño también al descubrir su tesoro.
ResponderEliminarLa linea roja estaria dada cuando algo de lo que con bondad amor y buena intencion se hace pero que a largo plazo puede perjudicar directa o indirectamente a una de las partes. Aun asi seguro que si afino mas, le encontraria la vuelta a este argumento. En todo caso no es algo general. Algo que valga para todos. Creo que tiene que ver con la circunstancia de cada familia.
ResponderEliminarHermoso el relato y admirable aquella familia.
Gracias por compartir.
La linea roja estaria dada cuando algo de lo que con bondad amor y buena intencion se hace pero que a largo plazo puede perjudicar directa o indirectamente a una de las partes. Aun asi seguro que si afino mas, le encontraria la vuelta a este argumento. En todo caso no es algo general. Algo que valga para todos. Creo que tiene que ver con la circunstancia de cada familia.
ResponderEliminarHermoso el relato y admirable aquella familia.
Gracias por compartir.
Qué hermosa historia... desde luego no hay nada que criticar a esa madre que hace todo lo que puede y que confía en que su gesto, le llegue de algún modo a su bebé dormido. Pero sí hay mucho que criticar/criticarnos como sociedad que permite que este tipo de cosas sucedan, que los hijos se críen en instituciones y que pasen más tiempo con terceros que con los propios progenitores.
ResponderEliminarEl relato es hermoso, pero me encantaría que este amor y sentimiento de tantas madres, fuera el motor que nos moviera a cambiar y exigir nuestros derechos a ejercer la maternidad como mejor nos parezca sin que ninguna de las opciones nos perjudique.
Gracias por esta bella historia y por tus reflexiones.